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Alerta global por los alimentos ultraprocesados: crece su consumo y se agravan los riesgos para la salud

Una serie de artículos publicados en The Lancet detalla las conclusiones de 43 científicos sobre esta problemática. Las advertencias sobre enfermedades crónicas y la necesidad de regulaciones más estrictas

Por UHN Plus
Alerta global por los alimentos ultraprocesados: crece su consumo y se agravan los riesgos para la salud
Foto: Canva

Los alimentos ultraprocesados (AUP) han invadido las mesas del mundo, desplazando opciones naturales y disparando el riesgo de enfermedades crónicas como obesidad, diabetes y cáncer. Una serie de tres artículos publicados en The Lancet, basada en el trabajo de 43 científicos internacionales, lanza una alerta urgente: el consumo calórico de estos productos ha aumentado drásticamente en las últimas tres décadas, pasando del 10% al 50% en países como Estados Unidos y Reino Unido. En América Latina, el salto es alarmante: en México y Brasil, del 10% al 23%, según datos del estudio.

El informe, liderado por expertos como Mathilde Touvier del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia y Carlos Monteiro, creador de la clasificación NOVA, denuncia cómo la industria alimentaria —con ventas anuales de 1,9 billones de dólares— usa marketing agresivo y lobby político para promover estos productos, que representan un peligro silencioso para la salud pública.

El auge imparable de los ultraprocesados

En los últimos 30 años, el porcentaje de calorías provenientes de AUP ha explotado globalmente. En España, subió del 11% al 32%; en China, del 4% al 10%; y en regiones emergentes como Latinoamérica, el incremento es vertiginoso, con México y Brasil duplicando su consumo. En naciones desarrolladas como EE.UU. y el Reino Unido, ya supera el 50% de la ingesta diaria, un nivel que se mantiene desde hace dos décadas.

La clasificación NOVA, desarrollada por Monteiro en 2009, define los AUP como formulaciones industriales con aceites hidrogenados, jarabes de maíz y aditivos artificiales, como refrescos, snacks empaquetados y comidas listas para microondas. Estos productos desplazan alimentos frescos —frutas, verduras, legumbres y carnes mínimamente procesadas—, alterando el equilibrio nutricional y fomentando dietas hipercalóricas pero pobres en nutrientes.

Expertos como Gyorgy Scrinis, Barry Popkin, Camila Corvalan, Marion Nestle y Simon Barquera, del Instituto Nacional de Salud Pública de México, destacan que esta tendencia no es casual: corporaciones globales invierten en campañas que generan dudas científicas y presionan gobiernos para evitar regulaciones estrictas.

Riesgos para la salud: una bomba de tiempo

De 104 estudios de seguimiento analizados, 92 vinculan directamente el mayor consumo de AUP con graves problemas de salud. El riesgo de diabetes tipo 2 aumenta un 25%, el sobrepeso u obesidad un 21%, la mortalidad total y por enfermedades cardiovasculares un 18%, y la depresión un 23%. Además, se asocian con un mayor incidencia de cáncer colorrectal y otros tipos de tumores, debido a su alto contenido de azúcares, grasas trans y conservantes.

En América Latina, donde el consumo ha crecido exponencialmente, el impacto es devastador: México lidera en obesidad infantil, y Brasil enfrenta una epidemia de diabetes. Karen Hoffman, nutricionista chilena, advierte: “Estos alimentos adictivos, diseñados para ser hiperpalatables, generan un ciclo vicioso de sobreconsumo que sobrecarga los sistemas de salud públicos”.

Recomendaciones urgentes: de la alerta a la acción

La serie de The Lancet urge una respuesta global coordinada, similar a la lucha contra el tabaco. Propuestas clave incluyen:

  • Etiquetado frontal obligatorio: Para identificar AUP en empaques, como el octógono negro en Chile y México.
  • Restricciones publicitarias: Prohibir marketing de AUP dirigido a niños, como en el Reino Unido.
  • Impuestos progresivos: Gravar AUP para financiar subsidios a alimentos frescos, inspirado en modelos de México y Francia.
  • Programas escolares: Como el de Brasil, que destina el 90% de insumos a alimentos naturales para 2026.

Aunque la OMS no se menciona explícitamente en el informe, expertos alinean estas medidas con sus directrices para dietas saludables. Simon Barquera enfatiza: “Necesitamos aislar las políticas públicas de la influencia industrial y priorizar el acceso a opciones nutritivas y asequibles en todos los contextos”.

En regiones como Latinoamérica, donde la pobreza limita el acceso a alimentos frescos, se requiere inversión en mercados locales y educación nutricional para contrarrestar la penetración de AUP baratos.

Conclusión: un llamado a la transformación

La alerta de The Lancet no es solo científica: es un grito de auxilio para un sistema alimentario roto. Con el consumo de AUP en ascenso y sus riesgos multiplicándose, la inacción condena a generaciones futuras a una crisis de salud evitable. Gobiernos, industrias y consumidores deben actuar ya: elegir lo natural, exigir regulaciones y repensar nuestras dietas. Como concluye el informe: “La salud no puede ser un lujo; debe ser un derecho universal”.

En un mundo donde el 50% de las calorías provienen de laboratorios industriales, es hora de volver a las raíces: una manzana fresca vale más que un paquete de galletas.

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