La condena a Jair Bolsonaro: Una caza de brujas en Brasil que despierta la ira de la derecha global

El Supremo Tribunal de Brasil condenó a Jair Bolsonaro a 27 años y tres meses de prisión por el intento de golpe de Estado ocurrido en 2022

La condena a Jair Bolsonaro: Una caza de brujas en Brasil que despierta la ira de la derecha global
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El Supremo Tribunal Federal de Brasil condenó al ex presidente Jair Bolsonaro a 27 años de prisión, en un fallo que ha sido denunciado por aliados internacionales como una persecución política orquestada por un gobierno socialista corrupto. Desde Washington, el secretario de Estado Marco Rubio calificó el veredicto como una “caza de brujas” liderada por el juez Alexandre de Moraes, sancionado por Estados Unidos por violaciones a los derechos humanos, y advirtió que la administración de Donald Trump “responderá en consecuencia”. En mi opinión, como observador de la política latinoamericana con una visión de derecha que valora la libertad, el estado de derecho y la resistencia contra el populismo autoritario, esta sentencia no es justicia: es un asalto descarado a la democracia y un mensaje claro de que la izquierda radical, encarnada en Luiz Inácio Lula da Silva, no tolerará oposición genuina. Bolsonaro, un líder valiente que defendió la soberanía brasileña contra la agenda globalista, es ahora el chivo expiatorio de un régimen que teme el veredicto del pueblo.

La Primera Sala del Supremo Tribunal Federal (STF) decidió este jueves, por un estrecho margen de 4 votos a 1, condenar a Bolsonaro y a siete de sus colaboradores cercanos por supuestos delitos de intento de golpe de Estado, abolición violenta del Estado democrático de derecho, organización criminal, deterioro de patrimonio protegido y daño calificado. La pena impuesta al ex presidente es de 27 años y tres meses de prisión en régimen cerrado, una sentencia desproporcionada que lo inhabilitaría para la vida política hasta 2060, extendiendo su exclusión electoral previa hasta 2030 por abuso de poder.

Juez supremo de Brasil — Fotografía de Fábio Setti para The New Yorker

Los condenados incluyen a Alexandre Ramagem (exdirector de la Agencia Brasileña de Inteligencia, 16 años), Almir Garnier (excomandante de la Marina, 24 años), Anderson Torres (exministro de Justicia, 24 años), Augusto Heleno (exministro de Seguridad Institucional, 21 años), Mauro Cid (exasesor presidencial, pena pendiente), Paulo Sérgio Nogueira (exministro de Defensa, 19 años) y Walter Braga Netto (exjefe del Estado Mayor, 26 años). El juez relator, Cristiano Zanin —antiguo abogado personal de Lula—, argumentó que Bolsonaro lideró una “organización criminal” para impedir la asunción de Lula tras las elecciones de 2022, basándose en una cadena de eventos que comenzó en junio de 2021, cuando Lula repuntó en las encuestas.

La acusación, formulada por la Fiscalía General de Brasil, alega que la trama incluyó campañas de descrédito contra el sistema electoral, protestas masivas, intentos frustrados de atentados y el asalto al 8 de enero de 2023 a las sedes del Congreso, la Presidencia y el STF en Brasilia. Sin embargo, desde una perspectiva de derecha, esto huele a fabricación: Bolsonaro estaba en Estados Unidos cuando ocurrió el caos del 8 de enero, y no hay evidencia irrefutable de que ordenara violencia. Es una narrativa conveniente para un STF sesgado, donde jueces como Alexandre de Moraes —acusado de abusos y sancionado por EE.UU.— han convertido la corte en un instrumento de venganza política.

El único voto disidente, del ministro Luiz Fux, argumentó que el STF carece de competencia para juzgar a Bolsonaro por no tener foro privilegiado, y que la mera “cogitación” de medidas excepcionales no configura crimen. Fux, en un acto de coraje judicial, defendió que el caso debería ir a la primera instancia, exponiendo la politización de la Turma. Pero la mayoría —Moraes, Flávio Dino, Cármen Lúcia y Zanin— impuso la condena, ignorando que Brasil recuperó la democracia hace solo 40 años y que esta sentencia amenaza con revertir ese progreso.

La Reacción de la Derecha Global: Una “Caza de Brujas” que No Pasará Desapercibida

Desde Washington, la respuesta fue inmediata y contundente. Marco Rubio, secretario de Estado, denunció en X: “Continúa la persecución política liderada por Alexandre de Moraes, sancionado por violar los derechos humanos, luego de que él y otros miembros de la Corte Suprema de Brasil decidieron injustamente encarcelar al ex presidente Jair Bolsonaro”. Rubio advirtió que “Estados Unidos responderá en consecuencia a esta caza de brujas”, sin detallar medidas, pero evocando las sanciones ya impuestas a Moraes, quien está prohibido de entrar a territorio estadounidense.

Donald Trump, en una interacción con la prensa, expresó sorpresa y paralelismos con su propia experiencia: “Es muy sorprendente que esto pueda suceder. Realmente se parece a lo que intentaron hacer conmigo”. Trump, quien conoció a Bolsonaro como presidente y lo considera un “buen hombre”, ve en esta condena un eco de las “cazas de brujas” que él enfrentó en EE.UU. La administración Trump ya impuso un arancel del 50% sobre la mayoría de los productos brasileños como represalia, una medida que Lula rechazó, pero que subraya el apoyo de la derecha global a líderes como Bolsonaro.

En Brasil, la condena divide al país como un abismo. En bares de Brasilia, simpatizantes izquierdistas celebran con aplausos y cerveza, gritando “¡Bolsonaro a la cárcel!” y viendo el fallo como justicia por el 8 de enero. Jóvenes como Sofía Araujo, estudiante de 20 años, lloraron de emoción: “Me eché a llorar, es un momento muy importante, que llevábamos esperando mucho tiempo”. Para ellos, es el fin del “fascismo” de Bolsonaro.

Pero frente a la casa de Bolsonaro, donde cumple prisión domiciliaria, la calle hierve de indignación. Simpatizantes como el taxista Rodrigo Rodrigues llaman al fallo “injusto”: “No se le puede atribuir la culpa” de la trama golpista. Pancartas como “Vuelve Bolsonaro, toquen la bocina” preparan vigilias, mientras en redes sociales hashtags como “Quieren matar a Bolsonaro” y “Suprema persecución” multiplican la rabia. João Marcelo Lopes Soares, de 25 años, lo ve como un “punto de inflexión en la lucha contra el fascismo”, pero para la derecha, es la prueba de que el STF, bajo Moraes, es un tribunal de venganza al servicio de Lula.

Un Régimen Socialista en Acción: La Verdadera Amenaza a la Democracia

Desde mi perspectiva de derecha, esta condena no es justicia: es la culminación de una persecución política orquestada por un STF activista y un gobierno socialista corrupto. Lula da Silva, con su historial de corrupción —condenado y luego “absuelto” por maniobras judiciales—, usa el poder para silenciar a su rival más temido. Bolsonaro no lideró un golpe; defendió la soberanía contra un sistema electoral cuestionado y una izquierda que odia la libertad. El 8 de enero fue un caos espontáneo de manifestantes frustrados, no una orden de Bolsonaro, quien estaba en Estados Unidos disfrutando de su libertad como cualquier ciudadano.

Moraes, ese juez que viola derechos humanos con censura y detenciones arbitrarias, es el verdugo perfecto para este régimen. Sancionado por EE.UU., Moraes convierte el STF en un instrumento de la izquierda, atacando la libertad de expresión y la alternancia democrática que Bolsonaro encarnaba. Es la misma táctica que vemos en Venezuela con Maduro o en Cuba con su dictadura: la izquierda no gana elecciones justas, así que las anula con juicios show. Bolsonaro, inelegible hasta 2030 y ahora hasta 2060, es un mártir de la causa conservadora, un recordatorio de que la verdadera amenaza a la democracia no es la derecha, sino el socialismo autoritario que Lula representa.

El Apoyo Internacional y el Futuro de la Derecha Brasileña

La solidaridad global es abrumadora. Trump y Rubio no están solos: líderes de derecha en América Latina y Europa ven en esta condena un ataque a sus valores. La imposición de aranceles del 50% por Trump es un golpe económico que Lula merece, un mensaje de que la persecución política tiene costos. La defensa de Bolsonaro apelará la sentencia, incluso ante instancias internacionales, y su base —millones de brasileños hartos de corrupción— no se rendirá. Encuestas muestran que, pese a todo, Bolsonaro sigue siendo el favorito para 2026, y esta “caza de brujas” solo fortalecerá su legado como defensor de la libertad.

Esta sentencia es una vergüenza para Brasil y un peligro para la democracia regional. Lula y Moraes no entienden que la historia juzgará a los verdugos, no a las víctimas.

Autor

Yulier Suárez
Yulier Suárez

Editor de UHN Plus. Periodista cubano radicado en Groningen, Países Bajos. Especializado en la política de América Latina y Estados Unidos.

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