¿Quedó Trump contento con su reunión en Alaska?

Con la visita de Zelensky a la Casa Blanca, anunciada para este lunes, sabremos qué esperar de Trump en el futuro cercano, sobre todo si se mantendrá o no su optimismo sobre una solución en camino

¿Quedó Trump contento con su reunión en Alaska?
El presidente ruso Vladimir Putin es recibido por el presidente estadounidense Donald Trump cuando llega a la base conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage, Alaska. | Andrew Harnik/Getty Images

La cumbre entre Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska no cumplió con las expectativas del presidente estadounidense, quien buscaba un cese al fuego inmediato en Ucrania como objetivo principal. Aunque se agendó una nueva reunión en Moscú, el lenguaje corporal de Trump —especialmente su expresión facial y postura— reveló insatisfacción, y su brevedad en la conferencia de prensa posterior, donde no aceptó preguntas, fue inusual para un líder conocido por su elocuencia. En contraste, Putin, al regresar a Moscú, describió el encuentro como “oportuno” y “muy útil”, afirmando que se discutieron formas de poner fin al conflicto de “forma justa”. Esta discrepancia subraya las diferencias fundamentales entre las mentalidades de ambos líderes y las realidades de una guerra que no se inició hace tres años, sino en 2014 con la anexión de Crimea y la ocupación separatista en el Donbás.

La visita anunciada de Volodímir Zelensky a la Casa Blanca este lunes representa la segunda parte de esta dinámica diplomática, y podría revelar si Trump mantiene su optimismo inicial sobre una solución rápida. ¿Significa lo anterior que las expectativas de Trump para Alaska eran exageradas? En opinión de analistas, sí, dada la complejidad histórica del conflicto y las demandas inquebrantables de Putin, quien ve la guerra como parte de un ajuste pendiente desde el colapso de la URSS en 1991. Trump, utilizando su manual de negociación, trató la cumbre como una visita de Estado formal, con todos los protocolos, pero su meta concreta —un cese al fuego— choca con la visión de Putin de una negociación amplia sobre fronteras pos-soviéticas.

Doug Mills/The New York Times

En la entrevista con Sean Hannity en Fox News, que superó la media hora, Trump repasó éxitos de su segundo mandato, pero Ucrania destacó como el desafío más difícil. Ha logrado acuerdos en conflictos como India-Pakistán, Camboya-Tailandia, Congo-Ruanda y Armenia-Azerbaiyán, y Estados Unidos es la única potencia que ha buscado activamente un cese al fuego en Gaza, pese a rechazos de Hamás. Sus propuestas arancelarias avanzan sin caos, y el Partido Demócrata enfrenta problemas internos sin alternativas viables. Sin embargo, la guerra de Ucrania, estancada y con avances rusos lentos pero constantes, resiste soluciones rápidas, agravada por ataques diarios a civiles ucranianos que dejan víctimas sin defensa efectiva contra misiles rusos.

¿Pudo haber tenido otro resultado esta cumbre en Alaska? Probablemente no, dada la brecha en expectativas. Putin, en el poder desde 1999 como primer ministro y luego presidente, ha insistido consistentemente en que el fin de la URSS fue un “desplome” imperial que dejó pendientes negociaciones de fronteras con Rusia como sucesora. Ve el conflicto ucraniano como el inicio de un proceso más amplio, similar a las guerras fronterizas pos-imperiales del siglo XIX en Latinoamérica o el Medio Oriente tras el colapso otomano en 1918. Para él, el origen no es la invasión de 2022, sino la agitación en la Plaza Maidán de 2013, calificada falsamente como “golpe parlamentario” orquestado por Occidente, y el fracaso de los Acuerdos de Minsk de 2014-2015, que proponían autonomía para regiones prorrusas.

En contraste, Trump prioriza detener las muertes inmediatas con un cese al fuego, que podría congelar el 20% del territorio ucraniano bajo control ruso, similar a las fronteras de facto en Israel (1949) o Corea (1953). Esta oferta es generosa hoy, cuando Rusia avanza metro a metro, pero Putin gana tiempo en un conflicto donde Ucrania sufre desproporcionadamente. La guerra no es de tres años, sino de once, iniciada en 2014 con la toma de Crimea y el apoyo ruso a separatistas en Donetsk y Lugansk, regiones que Moscú anexó formalmente en 2022.

Intentos previos de cese al fuego ilustran las dificultades: los Acuerdos de Minsk, firmados en 2015 con mediación franco-alemana, fracasaron por incumplimientos mutuos, y el vigésimo alto al fuego en julio de 2020 fue efímero. En 2019, Zelensky y Putin se reunieron en París bajo el Cuarteto de Normandía, reconociendo elecciones en áreas ocupadas a cambio de retiro ruso, pero nacionalistas ucranianos como el Batallón Azov bloquearon acuerdos. El Memorándum de Budapest de 1994, que garantizaba fronteras ucranianas a cambio de desarme nuclear, fue ignorado por Rusia en 2014, sin reacción fuerte de firmantes como Estados Unidos y Reino Unido.

Mediaciones externas también fallaron: Israel, bajo Naftalí Bennett en marzo de 2022, intentó negociar usando su neutralidad en Siria como modelo, pero fue visto como prorruso en Kiev y no avanzó. Turquía medió en Estambul en 2022, pero Rusia acusa a Occidente de presionar a Ucrania para rechazar términos. Estos precedentes muestran que un cese al fuego requiere concesiones dolorosas de Kiev, como pérdida territorial, neutralidad y renuncia a OTAN y UE, similares a Finlandia y Austria en la Guerra Fría.

El presidente Donald Trump, a la derecha, el presidente ruso Vladimir Putin llega para una conferencia de prensa conjunta en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson, Alaska, el viernes de agosto. 15, 2025. (AP Photo/Jae C. Hong)

Zelensky enfrenta dilema interno: elecciones pospuestas por la guerra, y encuestas muestran que perdería ante el general Valerii Zaluzhny, héroe de la defensa inicial, destituido tras la contraofensiva fallida de 2023. Cualquier concesión podría costarle el poder, mientras Putin, con avances militares, no ve urgencia. Aliados europeos elogiaron el esfuerzo de Trump —Francia lo llamó “digno de elogio”—, pero temen que un acuerdo consolide ganancias rusas.

Trump, contrario a guerras prolongadas, usó fuerza limitada en Irán recientemente, y podría perder interés si no hay cese al fuego, enfocándose en legado doméstico antes de elecciones de medio término. Putin busca una gran negociación pos-soviética, ignorando que Estados Unidos no ve a Rusia como igual a China en alianzas. Churchill describió Rusia como “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”, frase vigente para explicar por qué Trump no quedó feliz: expectativas exageradas en un conflicto arraigado en mentalidades imperiales y democráticas opuestas.

Con Zelensky en Washington este lunes, veremos si Trump mantiene optimismo o ajusta estrategia. El éxito no se mide solo por cese al fuego, sino por evitar escalada, pero sin avances concretos, la cumbre de Alaska parece un paso incompleto en un camino largo.

Autor

Yulier Suárez
Yulier Suárez

Editor de UHN Plus y periodista cubano radicado en Groningen, Países Bajos. Especializado en la política de América Latina y Estados Unidos.

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