Esta semana (18-24 de noviembre) la OMS y sus socios promueven la Semana Mundial de Concientización sobre la Resistencia a los Antimicrobianos (WAAW 2025) con el lema “Actuar ahora: Proteger nuestro presente, asegurar nuestro futuro”. Desde una perspectiva conservadora, no vamos a maquillar la realidad con discursos progresistas ni culpar al “cambio climático” de todo. El problema es serio, pero sus causas principales son decisiones políticas y prácticas que cualquier persona sensata puede señalar sin caer en el wokeísmo sanitario.

Las verdaderas causas (sin rodeos)
- Venta libre y automedicación masiva
En muchos países de América Latina (incluido el nuestro hasta hace poco en algunos casos) cualquiera entraba a una farmacia y salía con antibióticos sin receta. Resultado: bacterias resistentes en tiempo récord. Prohibir la venta libre no es “autoritarismo sanitario”; es sentido común y protección de la libertad de no morir por una infección banal. - Uso indiscriminado en ganadería y agricultura
El 70 % de los antibióticos del mundo se les da a animales sanos para que engorden más rápido o porque viven hacinados en condiciones antihigiénicas. ¿Quién permite eso? Grandes corporaciones agroexportadoras y regulaciones laxas que priorizan el lobby sobre la salud pública. Un conservador defiende la propiedad privada, pero también la responsabilidad: si tu modelo de negocio genera superbacterias que luego matan a mis hijos, algo estás haciendo mal. - Fronteras abiertas sin control sanitario
La migración masiva irregular, sin controles médicos básicos, ha sido un vector documentado de dispersión de patógenos multirresistentes (estudios lo confirman en Europa y EE.UU.). Defender la soberanía nacional y el control de fronteras no es xenofobia; es proteger la salud de tus ciudadanos. Punto. - Burocracia que frena nuevos antibióticos
Desde 1987 apenas se han aprobado media docena de clases nuevas de antibióticos. ¿Por qué? Regulaciones interminables de la FDA y la EMA que hacen que desarrollar un antibiótico cueste más de 2.000 millones de dólares y tome 15 años. El resultado: las farmacéuticas prefieren invertir en pastillas para la calvicie o antidepresivos crónicos que en antibióticos que curan en 7 días y ya no se pueden vender. Menos intervención estatal = más innovación y más antibióticos nuevos. - Cultura del “todo gratis” en la salud pública
Cuando el Estado regala antibióticos sin control ni educación, la gente los usa para un dolor de garganta viral. Responsabilidad individual: si algo es gratis, lo desperdicias. Sistemas mixtos (público-privado) con copagos razonables fomentan el uso responsable.

Lo que SÍ funciona (y no requiere agenda globalista)
- Receta médica obligatoria y sanciones reales a farmacias que vendan sin ella.
- Incentivos económicos (no prohibiciones ideológicas) para que los productores reduzcan antibióticos en animales.
- Control estricto de fronteras y cuarentenas cuando corresponda.
- Desregular el desarrollo de nuevos fármacos y premiar a las empresas que inviertan en antibióticos (EE.UU. ya lo está haciendo con la ley PASTEUR).
- Educación desde la escuela y la familia: “los antibióticos no son caramelos”.
La resistencia antimicrobiana mata hoy más que el VIH y la malaria juntos (1,3 millones de muertes directas al año) y puede llegar a 10 millones en 2050 si no cambiamos el rumbo. No necesitamos más cumbres de la ONU ni impuestos al carbono. Necesitamos políticas de sentido común, responsabilidad individual y menos burocracia estatal que asfixia la innovación.
Porque conservar la vida de nuestros hijos y la eficacia de los antibióticos no es progresista ni conservador: es de sentido común.
Referencias
- OMS – World AMR Awareness Week 2025
- CDC – Antibiotic Resistance Threats in the United States (último reporte confirma el impacto de la migración irregular en cepas resistentes)
- The Lancet – “Global burden of bacterial antimicrobial resistance 1990–2021”
- Heritage Foundation – “How Overregulation Is Killing Antibiotic Innovation” (2024)
- Ley PASTEUR (EE.UU.): ejemplo concreto de política pro-innovación que cualquier país sensato debería copiar.
