En un gesto que reafirma la alianza entre Estados Unidos y Arabia Saudita, el presidente Donald Trump dio la bienvenida al príncipe heredero y primer ministro saudita, Mohammed bin Salmán (MBS), en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Esta visita, la primera oficial del heredero en más de siete años, culminó con un anuncio monumental: inversiones sauditas en EE.UU. que ascienden a casi un billón de dólares, expandiendo compromisos previos en sectores clave como tecnología, energía e inteligencia artificial**. La reunión, cargada de simbolismo y pragmatismo geopolítico, no solo busca impulsar la economía bilateral, sino también navegar tensiones regionales en Oriente Medio.

Un encuentro con honores de Estado y diálogos de alto nivel
La ceremonia de bienvenida incluyó todos los protocolos de una visita de Estado: un desfile militar en los jardines de la Casa Blanca y una exhibición de aviones F-35, los mismos cazabombarderos que Arabia Saudita aspira a adquirir en un futuro cercano. La agenda bilateral se centró en temas estratégicos como la cooperación en tecnología avanzada, inteligencia artificial, energía nuclear civil y seguridad militar, con discusiones detalladas sobre la venta de armamento estadounidense a Riad. Tras las conversaciones oficiales, la primera dama Melania Trump presidió una gala de lujo en la residencia presidencial, a la que asistieron altos funcionarios, magnates empresariales y celebridades como el futbolista Cristiano Ronaldo, quien lució como invitado de honor.

Trump, conocido por su estilo directo, no escatimó en elogios hacia su homólogo saudita. “Deben entender que este es un gran aliado”, declaró el presidente al defender públicamente a MBS frente a críticas pasadas, particularmente el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018, vinculado al príncipe por inteligencia estadounidense. Bin Salmán, por su parte, reconoció el incidente como “un error grave” que su gobierno ha investigado exhaustivamente, subrayando el compromiso saudita con la justicia.
El anuncio estelar: De 600.000 millones a un billón de dólares en inversiones reales
El clímax de la cumbre fue el anuncio económico que eclipsó cualquier controversia. El príncipe heredero elevó el compromiso de inversión saudita en Estados Unidos de 600.000 millones de dólares —acordados en visitas previas— a casi un billón de dólares, enfocados en “inversión real y oportunidad real en muchas áreas”, según sus propias palabras. Trump, con su habitual humor negociador, respondió: “Como es mi amigo, quizá lo convierta en un billón, pero tengo que convencerlo”, generando risas en la sala y sellando el tono amistoso de la alianza.

Estos fondos se destinarán a sectores estratégicos que alinean los intereses mutuos: tecnología avanzada e inteligencia artificial para impulsar la innovación; proyectos energéticos e infraestructura para garantizar la seguridad energética; e iniciativas industriales conjuntas que fomenten el empleo y el crecimiento en ambos países. Un alto funcionario de la Casa Blanca destacó acuerdos específicos en IA y energía nuclear civil, donde EE.UU. transferirá tecnología y capacitación bajo estricta supervisión internacional, asegurando usos pacíficos. Esta inyección masiva de capital no solo revitalizará la economía estadounidense, sino que posicionará a Arabia Saudita como un pilar en la transición energética global, según analistas presentes en el evento.
Contexto geopolítico: Aliados en un mundo volátil
La visita de MBS llega en un momento de reconfiguración en Oriente Medio. Trump insistió en avanzar hacia la normalización de relaciones entre Arabia Saudita e Israel bajo los Acuerdos de Abraham, un legado de su primer mandato que busca expandir. Sin embargo, Bin Salmán condicionó su adhesión a “una vía clara e irreversible para la creación de un Estado palestino”, reflejando las complejidades del conflicto regional. En paralelo, la cooperación militar se profundizará con la posible adquisición de F-35, fortaleciendo la defensa saudita contra amenazas como Irán.

No todo fue un camino de rosas. Organizaciones de derechos humanos y la viuda de Khashoggi, Hanan Elatr, criticaron duramente la reunión por ignorar los valores de democracia y derechos humanos, argumentando que el enfoque económico eclipsa la accountability. A pesar de ello, Trump minimizó las sombras del pasado: “Cosas pasan”, sentenció, priorizando la pragmática alianza estratégica.
Hacia un futuro de prosperidad compartida
La cumbre concluyó con promesas de continuidad: nuevas misiones comerciales, ampliación del comercio bilateral y un énfasis en la estabilidad regional. Trump describió a Arabia Saudita como “socio estratégico y catalizador del desarrollo regional”, mientras Bin Salmán reafirmó su compromiso con la visión de un Oriente Medio próspero y seguro. En un mundo marcado por tensiones comerciales y energéticas, este pacto de un billón de dólares podría ser el catalizador para una era de colaboración renovada, donde la economía une lo que la política divide. Mientras los detalles de los acuerdos se materializan, una cosa es clara: la dupla Trump-MBS redefine el tablero global, uno a la vez.
